“Naturaleza, historia, tranquilidad… ”
FAUNALa Diputación de Pontevedra hace un gran esfuerzo en la conservación de este jardín histórico para contribuir a divulgar un espacio único respetando siempre el entorno y las especies que habitan en él. En los terrenos del castillo se encuentran diferentes hábitats (bosque, zona de cultivo, jardín…), lo que permite observar una gran diversidad de fauna. Gracias a ello, cada recorrido por los jardines de Soutomaior y sus sendas es único para cada visitante, que puede disfrutar de un agradable paseo familiar o realizar turismo de observación científica. Queremos acercarte a nuestro patrimonio más vivo con una selección de la fauna más representativa de la finca.
AVES
Hay aves que están acostumbradas a la presencia humana y, por ello, son las más sencillas de observar; es el caso de la paloma torcaz (Columba palumbus), una especie fácil de identificar y común en nuestra tierra. Su coloración general es grisáseca y tiene una característica mancha blanca a ambos lados del cuello y en las alas. Anida en los árboles, pero también acostumbra buscar alimento en el suelo. Tampoco tiene secretos la identificación del pinzón vulgar (Fringilla coelebs); el macho es inconfundible por el pecho y la cara rojizos y por la cabeza gris azulada; por su parte, la hembra es de color pardo. Al mito (Aegithalos caudatus) lo detectamos primero por el sonido que emite, pues es un ave muy pequeña e inquieta que se suele agrupar en bandos muy ruidosos. Su plumaje es de color grisáceo con tonalidades negras y blancas, pero lo que más llama la atención es su cola alargada.
El verdecillo (Serinus serinus) es otro de los pájaros más sonoros del jardín. Resulta sorprendente como una criatura tan pequeña puede cantar tan fuerte. Los machos poseen unos llamativos tonos amarillentos, mientras que el color de la hembra es más pardo y listado. Tanto su voz como su apariencia son similares a las de un pequeño canario (Serinus canaria), del que es pariente. El chochín (Troglodytes troglodytes) también destaca por su canto potente en relación con su reducido tamaño. Es de las aves más pequeñas de Europa, mide algo menos de 10 centímetros y pesa poco más de 10 gramos. Su plumaje, de color pardo rojizo con listas finas, es críptico (le ayuda a camuflarse) en entornos de hoja seca. Su canto es melodioso y vibrante, con largos trinos finales. Otro pequeño pájaro que se encuentra en nuestro jardín es el reyezuelo listado (Regulus ignicapilla), un ave muy inquieta, que está en constantemente movimiento por las ramas, lo que dificulta su observación.
Al igual que el reyezuelo, hay otras aves que sorprenden por sus posturas acrobáticas mientras recorren nuestros árboles buscando comida. Sin duda, en este grupo destaca el carbonero garrapinos (Periparus ater), con plumaje de color pardo y grisáceo y una característica mancha blanca en la nuca. El herrerillo común (Cyanistes caeruleus), también conocido como herrerillo azul por su coloración, es otro pequeño insectívoro frecuente en los jardines que rodean la fortaleza. El herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), que destaca por su llamativa cresta, prefiere las áreas forestales, por lo que tiene su espacio en la senda del bosque, una zona recuperada gracias a la Deputación de Pontevedra.
Pero a la finca de Soutomaior no solo acuden aves pequeñas, como la abubilla (Upupa epops), de tamaño medio. Se trata de una especie migratoria que pasa los inviernos en África, muy vistosa por su singular cresta con puntas negras. Tienen el apodo de "aves apestosas" pues, para proteger el nido, los pollos salpican a los intrusos con excrementos semilíquidos y, además, poseen la llamada "glándula del obispillo", con la que emiten un desagradable olor que ahuyenta a los agresores. El arrendajo común (Garrulus glandarius) es muy llamativo por el contraste de sus colores: blanco, pardo, azul negro y grisáceo. Como tiene predilección por las bellotas, se encuentra muy cómodo en nuestro bosque, al igual que el carpintero verde o pito real (Picus viridis), un ave bastante grande, de entre 30 y 35 centímetros, de color verde y con un antifaz negro y una corona roja. En la imagen vemos un macho; se diferencia de las hembras porque tiene una bigotera roja (en ellas es de color negro). Se escuchan a menudo en la zona forestal, pero son asustadizos y difíciles de observar.
MARIPOSAS
Si bien realizan un corto letargo invernal, a partir de febrero ya es posible ver algunas especies aprovechando los días soleados, ya sea porque se desperezan tras la latencia invernal o porque emergen de sus crisálidas. El inicio de la primavera convierte el castillo de Soutomaior en un auténtico espectáculo visual, ya que una infinidad de colores invade la finca. Azaleas y manzanos comienzan a florecer y las mariposas revolotean a su alrededor. En este caso, una hembra de la mariposa blanca de la col (Pieris brassicae) y una vanesa (Vanessa atalanta), dos de los lepidópteros más comunes en las tierras de Soutomaior, crean composiciones espectaculares. En nuestro catálogo botánico también se incluyen varios ejemplares de Lantana camara, una planta con flores muy vistosas y que atrae a numerosas especies, como la de la tercera imagen, donde se observa otra especie del género Vanessa (Vanessa cardui).
Las mariposas también visitan las plantas silvestres que crecen de forma espontánea en la finca, por lo que es importante prestar atención y disfrutar observándolas, así es posible encontrar coloridas sorpresas, como la mariposa ícaro (Polyommatus icarus) que se ve en la imagen. En el jardín de Soutomaior no faltan dos de nuestras mariposas diurnas más grandes y llamativas: podalirio (Iphiclides feisthamelii) y macaón (Papilio machaon). Ambas pertenecen a la familia de las Papilionidae, conocidas como “cola de golondrina” por el alargamiento de sus alas posteriores.
REPTILES Y ANFIBIOS
Los anfibios actúan como bioindicadores de la calidad ambiental y están presentes en nuestro jardín. La salamandra (Salamandra salamandra) se trata de un animal inofensivo, pero ha sido objeto de leyendas que le han dado una mala fama inmerecida. No es recomendable tocarlas, pues tienen glándulas por el cuerpo que liberan toxinas irritantes que las protegen de sus depredadores. En caso de contacto accidental, a los humanos les puede provocar irritación, por lo que se recomienda lavarse bien las manos. En el castillo recomendamos no molestar a ninguno de nuestros habitantes. Entre los reptiles destaca el lagarto ocelado (Timun lepidus), un habitual compañero, muy fácil de observar tomando el sol en el patio de armas durante las mañanas de primavera y verano. Son relativamente confiados, pero siempre tienen una vía de escape cercana. Se caracterizan por su gran tamaño; es la especie de la familia Lacertidae más grande de Europa. Puede medir hasta 20 o 25 centímetros de cabeza a tronco. Tiene unas características manchas azuladas en sus ocelos negros. La hembra es algo más pequeña que el macho y los juveniles tienen los ocelos blanquecinos.